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Sin tomar prisioneros. Así fue el MONSTERS OF ROCK 2017 en Buenos Aires – Segunda Parte

ANTHRAX, RATA BLANCA y MEGADETH fueron los platos fuertes de la nueva edición del Monsters of Rock en Buenos Aires el pasado 4 de Noviembre. Los locales PLAN 4, liderados por Knario Compiano, y VIMIC, el nuevo proyecto de Joey Jordison (ex-baterista de SLIPKNOT), prepararon el terreno del Microestadio de Tecnópolis para sus llegadas, y hablamos de ellos en la primera parte de la crónica.

Para el rechazo de muchos, ANTHRAX tocó antes que RATA BLANCA, uno de los máximos exponentes de Heavy Metal nacional y a nivel latinoamericano. La única diferencia entre ambos sets fue que los segundos tocaron 5 minutos más. Así y todo, muchos se tomaron como una grave ofensa que la histórica agrupación liderada por el guitarrista Walter Giardino sea la elegida para tocar previo a MEGADETH, en medio de dos miembros del Big Four (los 4 grandes del Thrash Metal, dentro de los cuales también se encuentran SLAYER y METALLICA).

Pero centrándonos en los neoyorquinos, su show fue sencillamente increíble. Ciertamente aprovecharon muy bien la hora que les dieron para tocar. La canción que le da título a ese clásico inoxidable que es Among The Living (1987) fue una elección perfecta que desató el infierno en el Campo. Una tras otra le siguieron gemas inolvidables para todo amante del Thrash Metal –“Caught in a Mosh”, “Madhouse” y el cover de Joe Jackson, “Got The Time”-. El sonido fue cristalino, y la banda fue enérgica como su reputación los precede. Belladonna demostró que su voz se mantiene en excelente estado. Scott Ian, guitarrista rítmico, agitó como se espera de un personaje tan entretenido como lo es él.

Lejos quedaron los días donde Jonathan Donais era el “chico nuevo” del grupo, y ahora se lo vio ultra cómodo en su rol de guitarrista líder. Mención especial al querible Frank Bello, cuya performance con el bajo no sólo es impecable, sino que verlo headbanguear como un maniático transmite la energía que buscan ver en el descontrol de su público.

La voz grabada que anuncia que “las autoridades en el área reportaron que los cuerpos de los muertos están levantándose de sus tumbas y atacando a los vivos” dio pie a la canción que revivió la carrera de ANTHRAX: “Fight ‘Em ‘Till You Can’t”, único track de Worship Music (2011), y fue una brutal demostración de Thrash. Esperaba que Charlie Benante ejecutara un breve solo de batería luego de los solos de guitarra, como lo ha hecho en otros shows pero no ocurrió. Bajando las revoluciones -parcialmente- ,“Breathing Lightning” fue la elegida para representar al reciente For All Kings (2016) y más allá de que la lista de temas fue perfecta en cuando a la calidad e importancia de las elecciones, hay que mencionar que el grupo viene repitiendo casi el mismo set desde hace años, a lo sumo con alguna mínima variación. Teniendo una discografía tan rica, es una lástima que no incluyan otras canciones como “Lone Justice”, “Who Cares Wins”, o ¿por qué no?, temas de la era de John Bush como “Only” y “What Doesn’t Die”, Belladonna no tendría ningún problema para entonarlas.

Más pronto de lo deseado, el final con “Indians” llegó, y aunque era sabido que terminaban con ella, también implicaba el tan ansiado wardance (una de las secciones más machaqueras de la historia). Lo sorpresivo es que la banda paró de tocar para exigirle a su público que podía hacerlo mejor, y ciertamente así lo hicieron. El pogo más grande de la noche fue la respuesta.

Media hora más tarde, RATA BLANCA apareció en escena en el marco de una gira aniversario por los 30 años de la banda. De la mano de “Los Chicos Quieren Rock”, tema de su última placa, Tormenta Eléctrica (2015), abrieron su show. Tal vez por tratarse de un festival enfocaron su setlist en hits y por esa razón “Rock and Roll Hotel” fue la otra única exponente de dicha placa. El resto fueron clásicos –“Sólo para Amarte”, “Guerrero del Arcoiris”– mechados con temas más modernos –“El Circulo de Fuego”“La Otra Cara de la Moneda”-. La única época de la cual la banda no tocó ningún tema fue la de Entre el Cielo y el Infierno (1994) y VII (1997), álbumes que tal vez hubieran sido más coherentes con la fecha debido a su mayor pesadez. Sin embargo, la audiencia, mayormente afín a un metal más agresivo que el de RATA BLANCA, fue muy respetuosa, a tal punto que su líder lo agradeció.

Adrián Barilari estuvo perfecto, con sus cuerdas vocales al 100%. Fue tal el poder de su garganta que el cantante tuvo que alejar el micrófono para no aturdir. Y obviamente la otra figura fue Giardino, que le pese a quien le pese, sabe dar shows altamente profesionales. Más allá de su actitud guitar hero y poses varias, su ejecución fue brillante. La imagen de él soleando mientras lo atraviesa una columna de humo fue irrefutablemente épico.

Pasadas las 21 hs se apagaron las luces, y la pantalla principal empezó a mostrar el logo de MEGADETH siendo armado por máquinas industriales mientras “Prince of Darkness” -del controversial Risk (1999) sonaba de fondo. “Hangar 18” parece la elegida para abrir hoy en día los shows, y el público argentino se volvió loco con el primer acorde. La seguidilla de “Wake Up Dead”, “In My Darkest Hour” y “The Threat Is Real” -del flamante Dystopia (2016)– causaron igual furor. Al que se lo notó sumamente activo y confiado fue a Kiko Loureiro, quien se paseó constantemente por todo el escenario. Junto a la presencia estelar de la versión policial-futurista de Vic Rattlehead (la “adorable” mascota del grupo), el brasileño tuvo su momento de brillar en “Conquer or Die”, donde expuso sus habilidades tanto con la acústica como con la eléctrica. Dentro de todos los miembros que tomaron el puesto vacante de Marty Friedman (guitarrista de la era dorada del grupo), Loureiro parece ser el que mejor fue aceptado por los fanáticos.

Es entendible que los mejores años de la voz de Dave pasaron hace rato, pero pese a sus limitaciones, sus cuerdas vocales se encontraron en óptimo estado. Así y todo, necesitó ciertas ayudas, como fue la sabida bajada de afinación en las composiciones más antiguas. Es por ello que algunas canciones –“Take No Prisioners”- sonaron potentes pero algo raras. Una de ellas, “Mechanix”, fue la sorpresa de la gira y fue ejecutada completa, y no en forma de medley junto a “Peace Sells” como lo hacían en la gira de United Abominations (2007).

A esta altura de su carrera, el setlist de la banda gira en torno a un puñado de canciones inamovibles, tales como “À Tout Le Monde”, “Trust”“Tornado of Souls” o la mencionada “Peace Sells” (con Vic vestido de político), todas recibidas con euforia. El “¡Megadeth!, ¡Megadeth!, ¡Aguante Megadeth!” de “Symphony of Destruction” alcanzó el pico de la comunión entre banda y espectador. Un Mustaine que estuvo inusualmente más callado que de costumbre, nos informó, previo al cierre con “Holy Wars…The Punishmente Due”, que esa noche era el final del Dystopia World Tour, y que nuestras hermosas caras serían las últimas que vería por un tiempo. Después de esa brutal demostración de complejidad musical, vino el clásico saludo y el fin de otra noche para el recuerdo. Nosotros fuimos grandiosos y ellos fueron MEGADETH. ¿Qué más podíamos pedir?

Roger Alan Provan
Colaborador en Rocktambulos
La música, sin importar el género, popularidad, año o país de origen, tiene una chance en mis oídos. En ella encuentro mi camino.
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La foto de portada le pertenece a Ignacio Sánchez y es cortesía de La Nación / Todos los derechos reservados.

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